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Cantabria con tu perroCantabria es, como dice su lema turístico, infinita. Desde los maravillosos Picos de Europa hasta sus costas, lo tiene prácticamente todo. Esta región destaca por tener playas dog-friendly a las que se puede acceder durante todo el día incluso en verano, aunque las mascotas aún están por integrar en el día a día de sus ciudadanos y visitantes. Especialmente sorprendente es el hecho de que en Santander esté prohibida la presencia de perros en restaurantes, bares, cafeterías e incluso farmacias, a diferencia de otros destinos turísticos similares como Gijón.
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Guadalupe Miró.Información adicionalIntereses contrapuestosLos autores declaran que no tienen intereses contrapuestos.Contribuciones de los autoresGM diseñó el estudio, redactó la primera versión del manuscrito y finalizó el manuscrito. RC, AM, LH y DD realizaron el estudio de campo y el trabajo de laboratorio y finalizaron el manuscrito. RG realizó el estudio entomológico, redactó la primera versión del manuscrito y lo finalizó. AM, RG y RC realizaron el análisis estadístico de los datos. Todos los autores revisaron el manuscrito.Archivos originales enviados por los autores para las imágenesA continuación se presentan los enlaces a los archivos originales enviados por los autores para las imágenes.Archivo original de los autores para la figura 1Archivo original de los autores para la figura 2Derechos y permisos
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El Villano de Las Encartaciones es una raza española de perro de trabajo de gran tamaño originaria de la comarca de Las Encartaciones en la provincia de Vizcaya, en el País Vasco; también se encuentra en Álava, en el este de Cantabria y en el norte de Burgos[2]: 596 El uso tradicional de los perros es en el manejo del ganado vacuno de raza monchina de Cantabria y el País Vasco,[3] y en particular para ayudar a bajar el ganado de los pastos de montaña entre octubre y diciembre. En 2009 había menos de 200 perros inscritos en el libro genealógico[2]: 596
El Villano es un perro de trabajo tradicional de la comarca de Las Encartaciones en la provincia de Vizcaya, en el País Vasco, y en cierta medida también de Álava, del este de Cantabria y del norte de Burgos[2]: 596 Su historia está indisolublemente ligada a la de la raza monchina de ganado de montaña de esa región; la asociación entre ambas es tan estrecha que se ha dicho que "una raza no podría existir sin la otra"[6]: 249[7].
Es una de las cinco razas caninas vascas, siendo las otras el Pastor Vasco, el Erbi Txakur, el Pachón de Vitoria y el Villanuco de Las Encartaciones[4][5] De ellas, todas excepto el Pachón de Vitoria son autóctonas de la Comunidad Autónoma Vasca, y fueron reconocidas como razas tradicionales vascas por decreto gubernamental en 2001[2]: 599 [8] En 2003 se publicó un estándar de la raza en el Boletín Oficial del País Vasco[2]: 597 [9] En 2005, el Villano fue incluido en la lista de razas caninas reconocidas por el gobierno nacional de España[1]. Se encontraba entre las catorce razas animales autóctonas incluidas en el plan de desarrollo rural del País Vasco para 2007-2013[10].
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El Perro de Agua del Cantábrico debe su nombre a que es originario de Cantabria y le encanta el agua. Esta raza es originaria de la costa de Cantabria, España, y prestaba una asistencia completa a sus dueños pescadores. De hecho, si el cántabro tuviera un trabajo, sería el de marinero, encontrándose muy a gusto en veleros y embarcaderos.
Por desgracia, muchas de las funciones que tradicionalmente desempeñaba el Perro de Agua del Cantábrico han sido sustituidas por la tecnología. Así, mientras que este activo compañero solía llevar mensajes de un barco a otro, ahora todo lo que tienen que hacer los pescadores es coger un teléfono móvil.
El número de perros cantábricos ha disminuido drásticamente en el siglo XX. Si antes eran un animal común, que se mantenía ocupado en los muelles y embarcaderos, ahora son una rareza. De hecho, en 2011, se pensaba que solo quedaban 1.200 perros representativos de la raza.
El aspecto del perro de aguas del Cantábrico es el responsable de su apodo alternativo, el perro de lana. Su historia está indisolublemente ligada a la de los pescadores que trabajaban en los pequeños puertos pesqueros de la costa de España y la Península Ibérica.